La bola

Sigue dentro la bola negra, no se hace más grande, pero está cómoda. Para mí es un castigo que voy a tener que asumir, no hay nada que supla u olvide. No es luto porque estás vivo, aunque no sepa nada de ti. Me duele la vida. Obligarme a seguir es el calvario que paso por ellos, por no destrozarles como tú lo has hecho conmigo. Hoy he visto una foto de tu perro, al que tanto quiero y extraño. Todo vuelve, nada se va. Es cíclico y solo espero que no nos crucemos sin vernos. Que el peso de la vida sea por algo, que el dolor no sea gratuito. Y vuelvas, joder, que vuelvas.

Pájaros

Leyendo, de repente, sale la ciudad donde ahora vives. Dejo el libro y busco en el armario. Una decena de pájaros me llaman, no les había olvidado. De procesos lentos y cosas inacabadas. De recuerdos y futuros inventados. De pasar página y después releer hasta el agotamiento. Y esos consejos repetitivos que te estallan en las manos provienen de gente tan dispar como íntima. Y dices que sí pero es que no. Dentro es que no.

Será

Aunque sea en silencio, no he dejado de buscarte, he recorrido todos mis recuerdos y algunos de ellos no me han gustado. No quiero echarte nada en cara, sencillamente busco consuelo, aunque sea débil e imaginario, y una manera de volver a encontrar silencio entre tanto ruido. Sigo visitando tu perfil, a ver qué hay de nuevo, pero parece una tumba. Hace seis meses que no hablamos y te sigo echando de menos, de una manera más ligera, como algo envolvente, y me alegro. Me alegra haber dejado atrás esa obsesión enfermiza por saber de ti, por comprender cada hecho, cada palabra, cada reacción, esa angustia que no llevaba a nada. Y te mentiría si te dijera que ya no te quiero, si te dijera que no pienso en ti cada minuto de mi vida. Pero ya está, lo que tenga que ser será.

Tu perfil

Pienso en ti como si estuvieses muerto. Hasta que entro en facebook y veo tu última conexión, entonces vuelvo a estrellarme contra cristales afilados y vuelvo a sangrar por dentro.  Tu perfil es casi de visita diaria, como un ritual para que no se me olvide tu cara. Entro mientras rezo para que no hayas quitado nuestras fotos, y cuando veo que todo sigue igual me gusta imaginar que todavía te importo. Aunque sea mentira, aunque solo sean posos, aunque sepa que las dejas por pena, por miedo a saber qué. Tú siempre me decías que no estaba bien de la cabeza.

Fin de año

Llevo días con el estómago revuelto, con lágrimas desbordantes y una tristeza larga e invisible. Tengo tantas ganas de desaparecer como de sushi y blanc pescador, contigo, esta tradición que tú y yo habíamos creado. Es fin de año y rechazo cualquier plan que no sea contigo, aunque ya no te vea, aunque no hablemos ni sepa nada de ti. Y mi ansiedad ha aumentado en los últimos días, que pasar página me parece una opción de mierda, tan mierda como esperarte sabiendo que todo ha terminado. Y los meses pasan y se me cae todo encima, que mis últimos deseos siempre son que vuelva, que vuelva, por favor, que vuelva. Y tú no vuelves, ni me quieres, ni vas a volver a hacerlo. Y yo me veo incapaz de salir con otros hombres, que nadie me gusta y no quiero que me toquen. Todo vuelve a caer, ¿estoy loca o lo que tengo dentro es tan verdadero que no se escapa ni se muere? ¿Por qué me siento tan náufraga de mi propio mundo? Quiero reventar y ahogarme en mi propia sal, dejar de sentir, sumergirme en esa paz privada en vida, descansar, por favor, descansar por fin.

Tu siembra

Seré una maldita egoísta, pero espero que un día me eches la mitad de menos de lo que te echo yo, que sueñes cada noche conmigo y te despiertes malhumorado y lleno de pena, que no encuentres un solo momento de calma, que no veas salida ni razón, que tu vida tenga el sentido que yo encuentro a la mía. Que llores por la calle, en el metro, que te levantes con los ojos hinchados y enrojecidos, que la gente te pregunte que qué te ocurre y a ti se te vuelvan a escapar unas lágrimas. Te deseo todo eso y más, pero que solo dure un día. Que tengas un día de absoluta mierda y sientas cómo son mis días desde hace meses. Que te vuelvas loco de pena y amargura, que te encuentres tan solo y tan lleno de amor reprimido que solo quieras explotar, como un puto globo de agua, y que todo lo que contienes se lo coma la tierra. Pero recuerda, solo por un día. Y que después sigas con tu vida, pero siendo consciente de lo que siembras.

Precipicio

Cada día como una gota de sudor frío, por la espalda, como buscando un escalofrío, una encogida. Y me destemplo con solo una ráfaga que huela a ti. Porque tu olor es un precipicio por donde ya quisiera yo romperme la crisma. Y ser polvo. Y ser cristal que vidrie tus ojos esquivos. Y ser oxígeno en tu sangre espesa y viciada. Todo se nubla y se aclara, bajo un silencio astillado que se clava. Que tengo mil grietas y ninguna está sana. Que no cicatriza ni las luces se apagan. Que te pienso abstracto y me sobran las ganas. 

Poema

Tu cara es un poema que repito mientras duermo, como un mantra silencioso que escondo. Intento olvidar lo que no quiero que desaparezca, porque es absurdo esperar nada, porque es nada, no existe, no está ni cerca de existir. Y siempre es tiempo lo que tiene que pasar y yo me atrapo en el momento. Se me paraliza el cuerpo y a veces pienso que no pasa nada, como si no pudiese creerlo.

En la distancia

Tan tranquilo y en paz te siento, en tu nueva vida, ajeno a todo, por voluntad propia. Olvidando todo aquello que un día prometiste eterno, ahora dejas espacio para la calma. Calma que, ojalá, un día consideres abrupta. Y te veo en la distancia y me pareces cruel y precioso, egoísta como nadie y un poco mentiroso. Pero yo también me he vuelto mentirosa, contestando siempre que todo me va de maravilla. Y cada noche sueño contigo; que te encuentro con esa otra, que me miras, que no me miras, que todo es como siempre o que todo ha cambiado, que me abrazas, que me dejas, que me cae su salvia por la cara. Y despierto, un día más de no hacer nada, que me falta ánimo hasta para lavarme la cara, que me encierro en mí misma porque nada me calma.

Seis años atrás

Salimos, bebemos, bailamos, nos escondemos en el ropero, fumamos en la puerta cigarrillos mentolados, ¡qué asco! dices, entramos, bailamos, bebemos, nos besamos. Es hora de irse, borrachos, en grupo. Paramos en una hamburguesería, todos pedís, yo no puedo comer, vomito, me encuentro fatal. Nos vamos, follamos, la turca está pero nos da igual, follamos, nos dormimos desnudos. Me levanto siete veces, vomito, me duele todo, qué me pasa, mi cuerpo rígido, me cuesta andar, vomito una vez más. Es de día, te vas, haces macarrones, no puedo comer, me dejas descansar. Te vas a cenar, no te quedas conmigo, te vas a cenar. Me preparan té, me levanto a vomitar, me desmayo, me despierto tirada en el suelo, me arrastro, no puedo andar. Consigo subir a la cama, pero algo me pasa, no es resaca, ¿qué me pasa? Te llamo, no contestas al teléfono, llamo a nuestro amigo y le pido que vengas, que vengas tú, ojalá no te hubieses ido, pero vuelves. Vuelves y me encuentras entre vómito verde, con el cuerpo repleto de manchas púrpuras, ya no me puedo mover, casi no puedo hablar. Y solo recuerdo que te quiero, un pasillo y que te quiero, que no estabas pero has llegado, justo a tiempo. Y me duermo, me transformo y despierto. Te vuelvo a llamar, pero ya no estás.